Un año de guerra en Gaza: la lucha de Amira y su hija durante el conflicto
Un Año de Guerra en Gaza: La Lucha de las Mujeres Embarazadas
La Realidad de Amira en Gaza
En Gaza, la vida diaria ha sido transformada drásticamente por el conflicto que comenzó hace un año. Amira, una mujer que se encuentra en una situación crítica, comparte su experiencia de ser madre en medio de la guerra. Cuando comenzaron los bombardeos israelíes, aproximadamente 50.000 mujeres estaban esperando a sus bebés. La llegada de un nuevo ser humano se ha convertido en una lucha constante contra la muerte, el hambre y la enfermedad.
Amira, quien prefiere no revelar su nombre completo, tenía apenas 24 años y estaba embarazada de cinco meses cuando estalló el conflicto. Trabajaba como enfermera en el hospital Al Aqsa, donde las condiciones eran cada vez más difíciles. Su vida cambió drásticamente después de que los ataques del movimiento Hamas en Israel causaran miles de muertes y una crisis humanitaria sin precedentes.
El Nacimiento de Tuqa
El 5 de marzo de 2024, Amira dio a luz a su hija Tuqa en un hospital abarrotado de heridos. La falta de recursos y la llegada constante de pacientes heridos complicaron aún más el proceso. A pesar del dolor y la angustia, Amira se sintió aliviada de que el parto fuera natural, lo que le permitió salir del hospital rápidamente. Sin embargo, la angustia no terminó ahí; en su camino hacia un nuevo hogar, enfrentó la incertidumbre de la guerra.
Amira se refugió en varios lugares, incluyendo escuelas de la UNRWA y campos de desplazados. En una tienda de campaña deteriorada, donde el agua entra cuando llueve, vive con su marido, su hija y otros familiares. La vida en el campo es dura, y el miedo constante a los bombardeos la acompaña. “¿Cómo puedo estar bien si mi hija o yo podemos morir en cualquier momento?”, se pregunta.
La Lucha por la Supervivencia
A medida que la guerra continuaba, Amira enfrentaba no solo el desafío de ser madre, sino también el de trabajar en un entorno extremadamente peligroso. A pesar del estrés y el miedo, caminaba hasta su lugar de trabajo, a veces recorriendo ocho kilómetros para llegar al hospital. Su compromiso con su labor y la necesidad de mantener un ingreso para su familia la impulsaron a seguir adelante, incluso cuando los bombardeos aumentaban.
El estrés y la inseguridad afectaron su salud y la de su bebé. Amira no pudo alimentarse adecuadamente ni recibir atención médica durante su embarazo. Además, la noticia de la destrucción de su hogar y la pérdida de seres queridos la golpearon profundamente. La guerra no solo ha causado daños físicos, sino también heridas emocionales que perduran.
La Realidad de la Lactancia
El nacimiento de Tuqa marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Amira, uno lleno de desafíos relacionados con la lactancia y el cuidado del bebé. La falta de recursos y la dificultad para acceder a atención médica complicaron aún más la situación. “Tuvimos que regresar al hospital porque Tuqa tuvo ictericia”, relata Amira, quien enfrenta la dura realidad de cuidar a un recién nacido en medio de un conflicto.
La escasez de alimentos es alarmante en Gaza. Según Unicef, un alto porcentaje de las mujeres embarazadas y los niños menores de dos años sufren de desnutrición. La situación es crítica, y Amira se ve obligada a depender de la ayuda humanitaria y los donativos de amigos y familiares para conseguir lo básico. “No puedo hacer nada para mejorar la vida de mi hija”, lamenta, mientras busca alimentos en los mercados locales.
Estrés y Desesperación
La vida de Amira se ha convertido en una serie de desafíos constantes. A pesar de sus esfuerzos por crear un ambiente seguro para su hija, el miedo y la incertidumbre son omnipresentes. La falta de recursos y el acceso limitado a atención médica hacen que cada día sea una lucha por la supervivencia. “Si sobrevivimos, le diré que fue fuerte bajo las bombas desde el día que nació”, afirma, mostrando su deseo de que su hija conozca la valentía que ha demostrado en este entorno hostil.
La lactancia ha sido un desafío, no solo por el estrés, sino también por la falta de productos básicos. Amira se esfuerza por encontrar leche en polvo y alimentos para su bebé. “A veces, compro solo un plátano o una manzana, lo que puedo permitir”, explica. La situación se ha vuelto tan crítica que muchos niños en Gaza necesitan tratamiento para la desnutrición aguda, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en su desarrollo.
La Ayuda Humanitaria y su Impacto
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) han intentado proporcionar atención prenatal y postnatal, así como apoyo en la lactancia. Sin embargo, el acceso a la atención médica es limitado, y la situación humanitaria es desesperante. “La desnutrición infantil era prácticamente inexistente en Gaza hace un año”, explica Rocaspana, de MSF, enfatizando la gravedad de la crisis actual.
A pesar de los esfuerzos de las ONG, la realidad es que muchas mujeres embarazadas y madres lactantes enfrentan una grave inseguridad alimentaria. La falta de acceso a alimentos nutritivos y a atención médica adecuada está afectando la salud de las generaciones más jóvenes en Gaza.
La Esperanza en Medio de la Desgracia
A pesar de las adversidades, Amira intenta mantener una semblanza de normalidad para su hija. Busca alimentos y productos básicos, con la esperanza de que, a pesar de las circunstancias, Tuqa pueda tener un futuro mejor. “No sé si algún día podré volver a ser quien era”, reflexiona Amira, mientras lidia con el trauma y la incertidumbre que la guerra ha traído a su vida.
La vida de Amira y de muchas mujeres en Gaza es un testimonio de la resiliencia humana en medio de la adversidad. Aunque el futuro es incierto, su amor por su hija y su determinación para protegerla son inquebrantables. “Si logramos sobrevivir, quiero que sepa que fue fuerte desde el primer día”, concluye Amira, mostrando la esperanza que aún persiste en su corazón a pesar de la devastación que las rodea.
Soy Lucía Ramírez, reportera enfocada en Economía Global, Medio Ambiente y Bienestar. He viajado por el mundo analizando cómo las tendencias económicas afectan a diferentes culturas y ecosistemas. Mi trabajo en Versi busca dar voz a las historias menos contadas, aquellas donde la economía y el medio ambiente se encuentran con el bienestar humano, ofreciendo una visión global que conecta estos aspectos vitales de nuestra vida cotidiana.