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La Realidad de Energodar Bajo Ocupación Rusa

Un Estado de Miedo y Desconfianza

En la localidad de Energodar, cerca de la central nuclear de Zaporiyia, se vive un ambiente de terror y opresión. Los ciudadanos que aún residen en esta área ocupada por las fuerzas rusas describen su vida diaria como un constante estado de vigilancia y miedo. Las historias que surgen de este lugar revelan un régimen que actúa como un Estado policial, donde las libertades personales son prácticamente inexistentes y la desconfianza entre la población es palpable.

La Vida Bajo Vigilancia

Los residentes de Energodar se encuentran bajo la observación constante de militares y servicios de inteligencia. La situación es tan grave que incluso el simple acto de mirar a los ojos de un extraño en la calle puede resultar peligroso. La escasez de recursos, junto con la represión, han creado un ambiente donde la gente se siente atrapada. Muchos se ven obligados a utilizar “palabras especiales” para comunicarse, temerosos de que sus conversaciones sean escuchadas.

Testimonios de la Represión

Dmitro Orlov, el alcalde de Energodar, ahora en Zaporiyia, comparte su experiencia. Enfrentó una dura decisión: cooperar con las fuerzas rusas o arriesgar su vida. Optó por la segunda opción, sabiendo que la colaboración podría haberle costado la vida. La salud mental de quienes aún permanecen en la ciudad se ve afectada, y el alcalde enfatiza que la mayor amenaza no es ser atrapado, sino lo que podría sucederle a uno si cae en manos de los militares.

Orlov revela que, según sus cálculos, alrededor de mil ciudadanos han pasado por lo que él llama “cámaras de tortura”, donde al menos diez personas han perdido la vida. La brutalidad de las fuerzas rusas es notoria, y el alcalde afirma que su objetivo es reeducar a la población mediante el miedo y la violencia.

La Dificultad de Escapar

Aproximadamente el 40% de los 52,000 habitantes de Energodar todavía se encuentran en la ciudad. Sin embargo, salir libremente es casi imposible. Los ciudadanos deben cruzar controles militares y rezar para no ser detenidos. Además, la presencia de minas en los alrededores de la central nuclear añade un peligro adicional a la ya complicada situación.

La Historia de Iván Samoidiuk

Iván Samoidiuk, el vicealcalde de Energodar, es otro testigo de la brutalidad del régimen. Pasó 333 días bajo arresto por negarse a colaborar con las fuerzas rusas. Durante su detención, fue sometido a torturas y experimentó un sufrimiento inimaginable. Su relato sobre las torturas es escalofriante; describe cómo los soldados ponían música a un volumen ensordecedor, mientras le hablaban de conquistas que no podía confirmar, sumiéndolo en un estado de confusión y desesperación.

A pesar de haber perdido un año de su vida, Samoidiuk se siente afortunado de haber sobrevivido. Durante su encarcelamiento, la comunidad se movilizó, organizando marchas para exigir su liberación. Sin embargo, la situación en Energodar sigue siendo crítica, con un ambiente de opresión que afecta a todos.

La Rutina de los Ciudadanos

Maxim, un extrabajador de la central nuclear, comparte su experiencia de vida bajo la ocupación. Desde que las fuerzas rusas tomaron el control, su rutina se ha reducido a ir de su casa a la planta de energía, regresar, dormir y repetir. La vida social ha desaparecido, y salir de la ciudad sin un pasaporte ruso o un contrato es cada vez más difícil. Los ciudadanos se enfrentan a la posibilidad de ser arrestados arbitrariamente, lo que genera un clima de temor constante.

Maxim describe las calles vacías de Energodar, donde la desconfianza entre los habitantes es evidente. La presencia de miembros del FSB y militares rusos de civil patrullando la ciudad añade un nivel adicional de inquietud. Los ciudadanos se sienten atrapados en un ciclo sin fin de vigilancia y miedo.

Lucía Ramírez

Soy Lucía Ramírez, reportera enfocada en Economía Global, Medio Ambiente y Bienestar. He viajado por el mundo analizando cómo las tendencias económicas afectan a diferentes culturas y ecosistemas. Mi trabajo en Versi busca dar voz a las historias menos contadas, aquellas donde la economía y el medio ambiente se encuentran con el bienestar humano, ofreciendo una visión global que conecta estos aspectos vitales de nuestra vida cotidiana.

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