Crisis de salud en Gaza tras la guerra
La Crisis Sanitaria en Gaza: Un Enfoque Alarmante
La aparición de la polio
Recientemente, Gaza ha sido golpeada por una crisis de salud pública sin precedentes, marcada por el descubrimiento de polio en un bebé de solo diez meses. Este caso, el primero en 25 años, refleja la devastadora situación que enfrentan los habitantes de la región. La guerra ha provocado un entorno de hacinamiento extremo, escasez de agua potable, malnutrición y desplazamientos forzados, lo que ha llevado a un aumento alarmante en la propagación de enfermedades.
Condiciones de vida inhumanas
La vida diaria en Gaza se ha convertido en un desafío monumental. Las calles están plagadas de aguas contaminadas y montañas de basura. La infraestructura sanitaria ha colapsado, con el 70% de las plantas de tratamiento de aguas residuales fuera de servicio. Las condiciones de higiene son deplorables, y las letrinas improvisadas son simplemente agujeros en la arena. Esta falta de infraestructura adecuada ha creado un caldo de cultivo para enfermedades infecciosas.
La crisis de vacunación
El conflicto ha disminuido drásticamente la tasa de vacunación en Gaza. Antes de la guerra, la tasa de vacunación contra la polio era del 99%, pero ha caído al 89%. Durante este tiempo, al menos 50,000 bebés han nacido en condiciones de guerra, lo que ha dificultado su acceso a las vacunas necesarias. La polio, que se transmite principalmente a través de agua contaminada, ha comenzado a resurgir debido a estas condiciones.
La respuesta internacional
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF han hecho un llamado urgente para abordar esta crisis. Han asegurado la disponibilidad de 1.6 millones de dosis de la vacuna oral tipo 2 para vacunar a más de 640,000 niños menores de diez años. Sin embargo, para que esta campaña sea efectiva, es crucial que al menos el 96% de los niños sean inmunizados, lo que se considera “imposible” sin una pausa humanitaria que permita la distribución segura de las vacunas.
Enfermedades en aumento
Las condiciones de vida han llevado a un aumento de enfermedades. Según la ONU, se han reportado 415,766 casos de diarrea aguda en los primeros siete meses del conflicto, con un cuarto de estos casos en niños menores de cinco años. Además, los niños que viven en campamentos de refugiados sufren de sarna, piojos, erupciones cutáneas, varicela e ictericia aguda, con cifras que alcanzan decenas de miles.
Desafíos en la atención médica
Los hospitales en Gaza están desbordados. Un hospital de 60 camas ha llegado a tener 180 pacientes en un momento dado. En ocasiones, los bebés con fiebre deben ser atendidos en los pasillos debido a la falta de espacio. La situación es insostenible y la atención médica es insuficiente para satisfacer las necesidades de la población.
La alimentación en crisis
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha alertado sobre la inestabilidad en el suministro de alimentos en Gaza. Muchas cocinas comunitarias están luchando por mantener operaciones debido a la escasez de alimentos y combustible. Esto ha llevado a una dieta básica y deficiente, que se basa principalmente en carbohidratos. Como resultado, los niños tienen menos defensas y son más vulnerables a las enfermedades.
La situación de los desplazados
Las condiciones de vida para los desplazados en Gaza son extremadamente difíciles. Las familias se ven obligadas a vivir en condiciones de hacinamiento en tiendas de campaña, expuestas a un calor sofocante y a la falta de privacidad. Este entorno no solo afecta su salud física, sino también su bienestar emocional.
La amenaza de la contaminación
El riesgo de que las aguas contaminadas lleguen a los acuíferos que abastecen a Israel, Egipto y Jordania es una preocupación creciente. Aunque el ejército israelí ha vacunado a sus soldados tras el hallazgo del virus en aguas residuales, esto no aborda el problema fundamental de la contaminación del agua en Gaza.
Soy Lucía Ramírez, reportera enfocada en Economía Global, Medio Ambiente y Bienestar. He viajado por el mundo analizando cómo las tendencias económicas afectan a diferentes culturas y ecosistemas. Mi trabajo en Versi busca dar voz a las historias menos contadas, aquellas donde la economía y el medio ambiente se encuentran con el bienestar humano, ofreciendo una visión global que conecta estos aspectos vitales de nuestra vida cotidiana.