Rusia rediseña su economía para una guerra prolongada olvidando el bienestar de su población
La economía rusa se adapta a una guerra prolongada
Un cambio drástico en la economía
Rusia se encuentra en un punto crítico, transformando su economía para enfrentar un conflicto prolongado, lo que conlleva un empobrecimiento significativo de su población. El Banco Central de Rusia ha tomado medidas drásticas, elevando las tasas de interés a un histórico 21%. Esta decisión responde a la creciente inflación, impulsada por el enorme gasto militar del Kremlin, sostenido principalmente por los ingresos de la venta de hidrocarburos.
La presión inflacionaria y sus consecuencias
El entorno económico en Rusia es cada vez más complicado. La inflación se ha descontrolado mientras el gobierno utiliza los recursos financieros obtenidos de la venta de petróleo y gas para financiar su maquinaria bélica. Las empresas enfrentan dificultades para encontrar trabajadores, lo que ha llevado a que los salarios sean competitivos, superando los estándares del mercado. Esto refleja una economía que se aleja de un crecimiento equilibrado, como advierte el Banco Central.
El Banco de Rusia ha indicado que el crecimiento de la demanda interna está superando la capacidad de oferta de bienes y servicios, generando un aumento en el déficit presupuestario que exacerba la inflación. En un comunicado reciente, la institución financiera subrayó que la situación podría empeorar si el Kremlin continúa con sus gastos militares sin considerar el impacto en la población.
La guerra y su sostenibilidad económica
Antón Barbashin, analista de la situación, ha afirmado que Rusia está en una posición para continuar la guerra contra Ucrania durante varios años, aunque esto signifique un deterioro en las condiciones de vida de sus ciudadanos. La reciente reestructuración del gabinete, donde el presidente Putin reemplazó al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, por el economista Andréi Belóusov, indica la preparación del país para un conflicto prolongado.
Barbashin sostiene que, aunque Rusia ha logrado adaptarse a una economía bélica, la presión sobre su población es considerable. A pesar de que el costo de vida aumentará, no se espera un colapso económico inmediato, a menos que los precios del gas y petróleo caigan drásticamente, afectando el flujo de dólares y euros al país.
Presupuestos y prioridades del gobierno
Los presupuestos para el año 2025 reflejan una continuidad con el enfoque actual, dedicando más de un tercio de los recursos a la guerra y los servicios de seguridad. Esto se traduce en un aumento de impuestos y recortes en servicios sociales, mientras la economía depende cada vez más de los ingresos generados por la venta de petróleo y gas. Moscú ha estimado que el precio del barril de crudo para este año será de 70 dólares, superando el límite impuesto por las sanciones occidentales.
Sanciones y su impacto en la industria
Las sanciones impuestas por Occidente han tenido un impacto significativo en la capacidad de Rusia para llevar a cabo su invasión de Ucrania. Esto ha limitado su acceso a un mercado más amplio de armamento, obligando al país a depender de arsenales más antiguos de Corea del Norte e Irán, además de su producción interna.
Un análisis del think tank Re:Russia indica que la estanflación (una combinación de estancamiento económico e inflación) es el escenario más probable para la economía rusa. A pesar de que los sectores de inversión y militar-industrial continúan creciendo, las industrias civiles no pueden satisfacer la creciente demanda del sector privado. Esto ha llevado a un aumento en las importaciones, devaluando el rublo y encareciendo los productos para la población, creando un ciclo de empobrecimiento.
La percepción de los ciudadanos
A pesar de que el gobierno ha anunciado aumentos salariales, muchos ciudadanos sienten que no están ganando más. Según el Ministerio de Finanzas, se espera que el salario medio en Rusia aumente un 17% este año, pero la distribución de estos ingresos es desigual. Por ejemplo, un soldado puede recibir hasta 200,000 rublos al mes, más un bono considerable al enlistarse. En contraste, solo el 11% de los rusos gana más de 100,000 rublos, y la mayoría de la población recibe menos de 60,000 rublos al mes.
Nicholas Tricket, experto en economía rusa, ha señalado que el problema no es la falta de dinero, ya que el gobierno puede imprimir más, sino la escasez de personas y recursos. Cada importación que beneficia a la guerra se realiza a expensas de otros sectores, generando un estrés estructural en la economía.
Desafíos en el mercado laboral
El gobierno ruso ha finalizado los préstamos en condiciones preferenciales, llevando a un aumento en las tasas de interés que se trasladan a los bancos. Sberbank, la entidad financiera más grande del país, ha incrementado el interés de sus hipotecas al 25%, exigiendo un pago inicial del 50% del valor de la vivienda.
Barbashin ha destacado que el mayor desafío para la economía rusa es la fuerza laboral. La guerra ha llevado a que muchas personas se enlisten, creando una escasez de mano de obra en diversas industrias. Aunque el desempleo ha bajado al 2.4%, un mínimo histórico, la falta de trabajadores se está volviendo un problema serio. El Banco Central ha advertido que el crecimiento de los salarios está superando el crecimiento de la productividad, lo que representa un desafío para la economía.
Un modelo a seguir
A pesar de los problemas que enfrenta la sociedad rusa, el Kremlin tiene ejemplos en el extranjero, como Bielorrusia y Corea del Norte, donde la pobreza ha llevado a que el ejército y la policía se conviertan en opciones laborales estables. Tricket ha afirmado que la economía rusa ha alcanzado sus límites de producción, y lo que se está viviendo actualmente no es un modelo keynesiano militar, sino un gasto bélico que actúa como un veneno de acción lenta.