Investigadores enfrentan un invierno de desconfianza y seguridad ante la desinformación electoral por ataques de trolls, demandas y despidos

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La tormenta de la desinformación: un invierno de confianza y seguridad

La pesadilla de una investigadora

Nina Jankowicz, quien ha dedicado diez años a investigar la desinformación, se encuentra en una situación complicada. Su trabajo, que antes era su sueño, se ha convertido en un verdadero calvario. En 2022, fue designada para formar parte de la Junta de Gobernanza de Desinformación de la Casa Blanca, un organismo creado para ayudar al Departamento de Seguridad Nacional a combatir las amenazas en línea. Sin embargo, su vida ahora está marcada por demandas, acosos en línea y un ambiente hostil hacia quienes intentan proteger la integridad de internet, especialmente en un año electoral.

El impacto del acoso

La madre de un niño pequeño, Jankowicz ha experimentado un aumento significativo en su ansiedad debido a las amenazas de muerte que ha recibido. Este nivel de estrés ha llegado a tal punto que una noche soñó que un extraño entraba a su casa armado. La investigadora expresa su temor: “No quiero que alguien que desea hacerme daño se aparezca”. Este miedo ha cambiado la forma en que se mueve por el mundo, obligándola a ser más cautelosa.

El cambio en la percepción de los investigadores

Durante ciclos electorales anteriores, investigadores como Jankowicz eran aclamados por legisladores y ejecutivos de empresas por su labor al descubrir campañas de propaganda rusa y teorías de conspiración sobre el Covid. Sin embargo, el año 2024 se presenta como un desafío diferente. La posibilidad de litigios por parte de figuras poderosas, incluidos los propietarios de plataformas como X, así como investigaciones por parte de políticos de extrema derecha, han creado un ambiente tóxico para la investigación de la desinformación.

La amenaza de litigios

Alex Abdo, director de litigios del Knight First Amendment Institute en la Universidad de Columbia, señala que los constantes ataques y los gastos legales se han convertido en un peligro ocupacional para los investigadores de desinformación. Este efecto paralizante es preocupante, especialmente cuando la desinformación en línea está más presente que nunca. La evolución de la inteligencia artificial ha complicado aún más la identificación de información falsa, según varios expertos.

Jeff Hancock, presidente del Stanford Internet Observatory, describe la situación actual como un “invierno de confianza y seguridad”. Tras investigar la desinformación durante las elecciones de 2020, su instituto ha enfrentado tres demandas en 2023 por parte de grupos conservadores que alegan que sus investigadores colaboraron con el gobierno federal para censurar opiniones.

Despidos en el sector

La situación no es fácil para las entidades que luchan contra la desinformación. Recientemente, Google despidió a varios empleados, incluido un director, de su unidad de investigación de confianza y seguridad. Jankowicz relata que comenzó a notar el aumento de hostilidad hace dos años, tras su nombramiento en la Junta de Gobernanza de Desinformación, y que ella y sus colegas han enfrentado ataques constantes de medios conservadores y legisladores republicanos, quienes acusaron al grupo de restringir la libertad de expresión. Después de solo cuatro meses de funcionamiento, la junta fue disuelta.

Las consecuencias del acoso en línea

Jankowicz también ha sido objeto de un ciberacosador que ha publicado repetidamente sobre ella y su hijo en la red social X. Esto la llevó a solicitar una orden de protección. Además, ha enfrentado situaciones extremas, como la creación de pornografía deepfake usando su imagen. Una investigadora anónima ha compartido que ha experimentado un aumento en el acoso en línea desde que Elon Musk adquirió Twitter, ahora conocido como X.

La falta de apoyo de las plataformas

Los investigadores de desinformación han encontrado poco apoyo por parte de X. En lugar de colaborar, la empresa ha lanzado varias demandas contra investigadores y organizaciones que han criticado su incapacidad para manejar el discurso de odio y la información falsa. Abdo menciona que los multimillonarios como Musk pueden usar estos litigios para agotar los recursos de investigadores y organizaciones sin fines de lucro.

Cambios en el acceso a datos

Las acciones de X no se limitan a las demandas. El año pasado, la compañía cambió la forma en que se puede utilizar su biblioteca de datos, comenzando a cobrar a los investigadores $42,000 al mes por el nivel más bajo de acceso, que permite acceder a 50 millones de tuits. Kate Starbird, profesora asociada en la Universidad de Washington que estudia la desinformación en redes sociales, explica que los investigadores dependían de Twitter porque “era gratuito, fácil de acceder y lo utilizábamos como un proxy para otros lugares”.

A partir del 15 de noviembre, justo después de las elecciones, entrará en vigor una política más estricta que podría resultar en una multa de $15,000 para los usuarios que accedan a más de un millón de publicaciones en un día. No es solo X la que está restringiendo el acceso a datos. En agosto, Meta cerró una herramienta llamada CrowdTangle, utilizada para rastrear la desinformación y los temas populares en sus redes sociales. Los investigadores han comentado que este cambio representa una baja significativa en sus capacidades de análisis.

Limitaciones en la investigación

Además de Meta, otras plataformas como TikTok y YouTube, propiedad de Google, también ofrecen escaso acceso a datos, limitando la cantidad de contenido que los investigadores pueden analizar. Esto ha llevado a que su trabajo ahora consista en rastrear manualmente videos, comentarios y hashtags. Rachele Gilman, directora de inteligencia de The Global Disinformation Index, señala que “solo sabemos tanto como nuestros clasificadores pueden encontrar y solo sabemos tanto como es accesible para nosotros”.

La propagación de la desinformación

En algunos casos, las empresas están facilitando la propagación de falsedades. Por ejemplo, YouTube anunció en junio del año pasado que dejaría de eliminar afirmaciones falsas sobre el fraude electoral de 2020. A pesar de estos desafíos, los investigadores de desinformación han logrado algunas victorias legales en sus esfuerzos por mantener viva su labor.

La resistencia de Jankowicz

A pesar de las adversidades, Jankowicz se niega a rendirse. A principios de este año, fundó el American Sunlight Project, cuyo objetivo es “asegurar que los ciudadanos tengan acceso a fuentes confiables para informar las decisiones que toman en su vida diaria”. Ella observa que el factor común entre sus colegas es el miedo a publicar el tipo de investigación que antes realizaban con libertad en 2020.

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