El Sodalicio: una sombra de escándalos en el corazón de la Iglesia peruana

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Introducción

El Sodalicio: Una Mirada Crítica a su Legado en la Iglesia Peruana

Introducción

En el complejo panorama religioso de Perú, el Sodalicio ha emergido como una organización que ha suscitado controversia y escándalos. Este grupo, conocido por su enfoque ultraconservador, ha sido objeto de investigaciones por presuntos delitos graves, incluyendo agresiones sexuales. A medida que se desvelan los entresijos de su funcionamiento, se plantea la pregunta de si su existencia es realmente compatible con los principios del cristianismo.

Orígenes del Sodalicio

La historia del Sodalicio se remonta a 1967, cuando un joven de 17 años, Luis Fernando Figari, se destacó como presidente de la Juventud Estudiantil Católica. En ese momento, un grupo de estudiantes de Lima propuso una iniciativa para recaudar fondos y construir una escuela en una comunidad necesitada. Sin embargo, el enfoque de Figari y otros jóvenes como Sergio Tapia se desvió hacia la creación de un movimiento que, con el tiempo, se transformaría en el Sodalicio.

La Fundación del Sodalicio

Con el paso de los años, Figari, Tapia y Gerald Haby se unieron para fundar el Sodalitium Christianae Vitae, o Sodalicio. Aunque Figari se adueñó del grupo en 1977, su formación se caracterizó por un enfoque que combinaba la religión con intereses políticos y económicos. Figari, quien nunca completó sus estudios en derecho y teología, utilizó su formación académica como una fachada para sus verdaderas intenciones.

Crecimiento y Reconocimiento

El Sodalicio logró el reconocimiento oficial con el apoyo de figuras influyentes en la iglesia, como el cardenal Landázuri y el cardenal Vargas Alzamora. Convencieron a varios laicos y sacerdotes de las clases altas limeñas para que se unieran a su causa. Sin embargo, el entusiasmo inicial se desvaneció con el tiempo, y muchos de estos aliados se sintieron decepcionados por la dirección que tomó el grupo.

Irregularidades en el Reconocimiento Canónico

El camino hacia el reconocimiento canónico del Sodalicio estuvo plagado de irregularidades. La organización recibió apoyo de Nuncios como Tagliaferri y Dossena, quienes facilitaron su proceso de legitimación. A pesar de esto, el Sodalicio continuó operando con una estructura económica que generó dudas sobre su integridad.

Impacto en las Personas

El Sodalicio ha sido acusado de destruir vidas y someter a sus miembros a un sistema que prioriza sus intereses por encima del bienestar individual. Este enfoque ha llevado a muchos a cuestionar la autenticidad de la fe que promueve el grupo. La manipulación de la religión para fines ajenos a la verdadera misión de la Iglesia es un tema recurrente en las críticas hacia el Sodalicio.

Un Proyecto Político Encubierto

Algunos críticos sostienen que el Sodalicio representa una resurrección del fascismo en América Latina, utilizando la Iglesia como un vehículo para sus objetivos políticos. Las prácticas de control y manipulación de sus miembros han sido comparadas con métodos sectarios, donde se busca forzar la obediencia y la conformidad a través de técnicas extremas.

La Voz de los Críticos

El periodista Pedro Salinas, junto con otros investigadores, ha expuesto las irregularidades y abusos dentro del Sodalicio. En 2016, Salinas denunció a Figari y otros líderes del grupo por delitos graves, incluyendo asociación ilícita y lesiones. Su trabajo ha sido fundamental para arrojar luz sobre las actividades del Sodalicio y ha contribuido a la creciente presión sobre la organización.

La Reacción del Vaticano

En respuesta a las crecientes acusaciones y la presión pública, el Vaticano tomó la decisión de expulsar a Luis Fernando Figari. Esta medida fue un reconocimiento de la gravedad de las acusaciones en su contra, que incluían pederastia y otros abusos. La expulsión de Figari marcó un punto de inflexión en la historia del Sodalicio y dejó a muchos preguntándose sobre el futuro de la organización.

La Opinión de la Iglesia

Carlos Castillo Mattasoglio, arzobispo de Lima y cardenal electo, ha expresado su preocupación por el impacto del Sodalicio en la Iglesia Católica. Su postura es clara: la organización ha fallado en su misión y debe ser reevaluada. Según él, el Sodalicio ha creado un modelo que es destructivo para la fe y la comunidad.

La Necesidad de Cambio

Castillo sostiene que el Sodalicio no puede ser salvado, ya que sus raíces están en un fundamento erróneo. La falta de libertad dentro de la organización es un obstáculo para la verdadera fe, y su existencia representa un experimento fallido que debería ser suprimido por la Iglesia.

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