Keir Starmer enfrenta desafíos a los 100 días de su mandato como líder del Reino Unido

La Difícil Situación de Keir Starmer en sus Primeros 100 Días

Un Comienzo Problemático

El primer centenar de días en el cargo del Primer Ministro británico, Keir Starmer, no ha sido motivo de celebración. Su partido, el Partido Laborista, llegó al poder con una victoria aplastante el 4 de julio, después de 14 años de gobiernos conservadores. Sin embargo, el panorama actual es sombrío. Los informes recientes hablan de conflictos internos, decisiones cuestionables y un futuro incierto para la economía británica. Las encuestas indican que la aprobación personal de Starmer ha caído, y su partido no es mucho más popular que los conservadores, quienes fueron rechazados por los votantes tras años de escándalos y luchas internas.

Expectativas y Promesas

Starmer asumió el cargo con la promesa de poner fin a los años de tumultos y escándalos que caracterizaron a los gobiernos conservadores. Se comprometió a revitalizar una economía estancada y a restaurar los servicios públicos, como el Servicio Nacional de Salud. A pesar de las dificultades, su gobierno sostiene que ha realizado un buen trabajo hasta ahora. Han logrado poner fin a huelgas prolongadas de médicos y trabajadores ferroviarios, establecido una empresa de energía verde de propiedad pública y desechado el controvertido plan de deportar a solicitantes de asilo a Ruanda.

Desafíos Internacionales y Crisis Internas

Starmer también ha buscado fortalecer la posición de Gran Bretaña en el ámbito internacional, viajando a Washington, la ONU y varias capitales europeas. Sin embargo, el país ha tenido un impacto limitado en conflictos en el Medio Oriente y la guerra en Ucrania. Además, ha enfrentado crisis en casa, como la violencia antiinmigrante alimentada por la extrema derecha que estalló en varias ciudades de Inglaterra y Irlanda del Norte. Starmer no dudó en condenar a los responsables, llamándolos “matones sin sentido”, y prometió castigar a quienes causaron disturbios.

La Economía en Crisis

Uno de los problemas más difíciles que enfrenta el gobierno es la economía británica, que ha estado luchando con una creciente deuda pública y un crecimiento de solo el 0.2% en agosto, según cifras oficiales. Starmer ha advertido que las condiciones serán “difíciles a corto plazo” antes de que mejoren. Su administración se enfrenta a un hueco de 22 mil millones de libras en las finanzas públicas, resultado de la gestión conservadora.

Decisiones Controversiales

Una de las primeras decisiones del gobierno fue retirar un pago destinado a ayudar a los jubilados a calentar sus hogares en invierno. Esta acción fue vista como un intento de mostrar determinación para tomar decisiones económicas difíciles, pero generó una fuerte reacción negativa por parte de los miembros del partido y del público. La situación se complicó aún más cuando se supo que Starmer había aceptado regalos de un donante adinerado del partido, lo que planteó dudas sobre su compromiso con la austeridad.

Cambio en el Liderazgo

La presión mediática ha llevado a un cambio en el liderazgo del equipo de Starmer. La jefa de personal, Sue Gray, renunció después de que se revelara que ganaba más que el primer ministro, lo que generó aún más críticas. Su reemplazo, Morgan McSweeney, tendrá la tarea de restaurar la confianza en el gobierno.

La Estrategia Económica

El enfoque del gobierno está en la presentación del primer presupuesto de la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, el 30 de octubre. Se espera que se presente una mezcla de inversiones públicas y privadas para impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, Reeves ha descartado aumentar impuestos sobre la renta, el IVA o los impuestos corporativos, lo que plantea un desafío para equilibrar el presupuesto sin volver a la austeridad.

Un Futuro Incierto

A pesar de los desafíos, el gobierno tiene tiempo para corregir el rumbo, ya que no se esperan elecciones hasta 2029. Starmer trabaja desde Downing Street en su día 100 en el cargo, afirmando que no se dejará desviar de su camino. Reconoce que la gobernanza puede ser difícil, pero cree que es parte del proceso.